Re-Collector / 2019-2020

Solo Exhibition at Carmen Araujo Arte / Caracas Venezuela November 2019- March 8th, 2020

Re-collector

Text By Sandra Pinardi

(English- Inglés)

The work of Andrés Michelena has been developed from an intense questioning both regarding the ways of “being” and “operating” the artistic object, as well as in reference to human existence and its tensions. In relation to the artistic object, he explores its “being language”, its power of articulation, and its capacity to establish plexuses of significant relationships that transform the perception, understanding, and elaboration of reality. With respect to human existence and its tensions, it inquires about its environments, its uncertainties, and contradictions, and also makes ontological questions about the original character (at the same time, first and origin) of emptiness or absence. A work with multiple edges and levels of reading, a “relational” work that operates as a device for constituting networks of meanings and allusions, and that thanks to this tensely combines apparently opposite and contradictory elements and “proposals.”

A fundamental question underpins their doing, their process or work, that of apprehending the void – or the absence, the lack, the lack – as a kind of productive instance from which “something happens”, a kind of Khóra: a space-nurse that is in itself "articulation", namely, a "between" that is the "having place" of something, is not the something nor is it the place since both are already products, figurations, representations, consolidations, but The initial and founding event from which the figures are ordered and inscribed is the giving of both. Thanks to this fundamental question, his pieces have the texture of language by proposing themselves as an “original space” (a formal and geometric structure) that is also an enunciation and the inscription of something in existence. Pieces that are, simultaneously, visual presence: instantaneity and totality, and enunciation: sequentiality, reading, and concretion of a plexus of relationships that occur from allusions or signs. If visual presence is given as an absolute, reading is a riddle, a process of reconfiguration, it always has something inaccessible – or inapprehensible.

Thanks to the fact that this enunciation, which is made from a set of clues –some explicit, others implicit-, such as allusion and incitement, leaves room for uncertainty and adventure, for something to become present that cannot be fully apprehended, that cannot be converted into a specific meaning, it is related as an aspect of the Sublime, that paradoxical experience thanks to which something is given to sensitivity without becoming present, without manifesting itself as an image or determined meaning, but as excess and surplus. , as something ungraspable and unimaginable. This sublime condition implies tension and the meeting of elements incommensurable with each other, it implies that there is no possible description, nor adequate understanding, but rather an eloquent muteness whose saying is not pronounceable, whose saying is elusive.

This texture of language, this allusion to the sublime, causes two artistic dispositions aimed at different places to be reconciled in his pieces - always with an index of suspicion and uncertainty. On the one hand, these are works made with a subtle and sensually geometric composition that, in its formal austerity and structural coherence, emphasizes the qualities of the materials and the expressiveness of the shapes and figures. On the other hand, incorporated into these abstract and geometric pieces, in the manner of a set of material and textual clues or signals, there appears an appeal – a call, an allusion – to everyday experience, to contexts, to tasks and discourses. from the world to the facts. In such a way that, in these pieces, the clean formal structure is woven with allusive data or texts that, refiguring the “collage” strategies, manage to re-inscribe these abstract pieces in the concretion of particular situations and problems, managing to expand them semantically further. beyond its mere expressive condition.

In the Re-collector exhibition, which is presented at the Carmen Araujo Arte Gallery, Andrés Michelena presents a set of pieces in which this double dimension of artistic saying and the disturbing tension that is caused there is evident, its texture of language and its allusion to the sublime. As the name announces, this plastic project is an exercise in re-collection, in which fragments of everyday life are recovered and collected, collected and harvested, treasured and collected waste and residue, remains and leftovers that They are, in turn, transmuted and transfigured until they become complex “speech acts”, tense and “silent” enunciations that thematize concerns, questions, and desires about the ontological texture of existence and the possibility of expression.

In all these works the allusions are multiple and are directed to various areas of culture, they cite pieces of the history of abstract and geometric art.

SANDRA PINARDI

(Spanish-Español)

La obra de Andrés Michelena se ha elaborado desde un intenso cuestionamiento tanto con respecto de los modos de “ser” y “operar” el objeto artístico, como en referencia a la existencia humana y sus tensiones. En relación al objeto artístico explora su “ser lenguaje”, su potencia de articulación y su capacidad para establecer plexos de relaciones significantes que transforman la percepción, comprensión y elaboración de la realidad. Con respecto a la existencia humana y sus tensiones indaga acerca de sus entornos, de sus incertidumbres y contradicciones, y realiza también interrogaciones de carácter ontológico en torno al carácter originario (a la vez, primero y origen) del vacío o la ausencia. Una obra de múltiples aristas y niveles de lectura, una obra “relacional” que opera como dispositivo de constitución de redes de sentidos y alusiones, y que gracias a ello conjuga tensamente elementos y “propuestas” aparentemente opuestas y contradictorias.

Una interrogante fundamental sustenta su hacer, su proceso o labor, la de aprehender el vacío –o la ausencia, la falta, la carencia- como una especie de instancia productiva desde la que “algo acontece”, un suerte de Khóra : un espacio-nodriza que es en sí mismo “articulación”, a saber, un “entre” que es el “tener lugar” de algo, no es el algo ni tampoco es el lugar ya que ambos son ya productos, figuraciones, representaciones, consolidaciones, sino el acontecimiento inicial y fundador desde el que las figuras se ordenan y se inscriben, es el darse de ambos. Gracias a esta interrogante fundamental sus piezas posean la textura del lenguaje al proponerse como un “espacio originario” (una estructura formal y geométrica) que es también una enunciación y la inscripción de algo en la existencia. Piezas que son, simultáneamente, presencia visual: instantaneidad y totalidad, y enunciación: secuencialidad, lectura y concreción de un plexo de relaciones que acontece desde alusiones o señas. Si la presencia visual se da como un absoluto, la lectura es un acertijo, un proceso de re-configuración, tiene siempre algo de inaccesible –o inaprehensible-.

Gracias a que esta enunciación que se elabora desde un conjunto de indicios –algunos explícitos, otros implícitos-, como alusión e incitación, deja espacio para la incertidumbre y la aventura, para que se haga presente algo que no puede ser aprehendido de forma cabal, que no puede ser convertido en significado específico, ella se relaciona como un aspecto de lo Sublime, aquella experiencia paradójico gracias a la que algo se da a la sensibilidad sin hacerse presencia, sin manifestarse propiamente como imagen o significado determinado, sino como exceso y excedente, como algo inasible e inimaginable. Esta condición sublime implica tensión y el encuentro de elementos inconmensurables entre sí, implica que no hay descripción posible, tampoco comprensión adecuada, sino una mudez elocuente cuyo decir no es pronunciable, cuyo decir es elusivo.

Esta textura de lenguaje, esta alusión a lo sublime, provoca que en sus piezas se concilien –siempre con un índice de sospecha e incertidumbre- dos disposiciones artísticas dirigidas a lugares distintos. Por una parte, estas son obras realizadas con una composición sutil y sensualmente geométrica que, en su austeridad formal y su coherencia estructural, enfatiza las cualidades de los materiales y la expresividad de las formas y figuras. Por la otra, incorporada en esas piezas abstractas y geométricas, a la manera de un conjunto de pistas o señales materiales y textuales, aparece una apelación –una llamada, una alusión- a la experiencia cotidiana, a los contextos, a las labores y discursos del mundo, a los hechos. De modo tal que, en estas piezas, la limpia estructura formal se trama con datos o textos alusivos que, refigurando las estrategias del “collage”, logra re-inscribir esas piezas abstractas en la concreción de situaciones y problemas particulares, logra expandirlas semánticamente más allá de su mera condición expresiva.

En la exposición Re-collector, que se presenta en la Galería Carmen Araujo Arte, Andrés Michelena presenta un conjunto de piezas en la que se hace evidente esta doble dimensión del decir artístico y la tensión inquietante que allí se provoca, se manifiesta su textura de lenguaje y su alusión a lo sublime. Como el nombre lo anuncia, este proyecto plástico es un ejercicio de re-colección, en el que se recuperan y se recogen, se coleccionan y se cosechan, se atesoran y se recaudan fragmentos de la cotidianidad, desechos y residuos, restos y sobras que son, a su vez, son transmutados y transfigurados hasta convertirlos en unos complejos “actos de habla”, unas enunciaciones tensas y “silentes” que tematizan inquietudes, preguntas y deseos acerca de la textura ontológica del existir y de la posibilidad de expresión.

En todas estas obras las alusiones son múltiples y se dirigen a diversos ámbitos de la cultura, citan trozos de la historia del arte abstracto y geométrica, de la modernidad y sus imperativos, apuntan a las texturas que constituyen el entorno de la vida cotidiana, sugieren la diversidad cromática que rodea la existencia urbana, refieren también al conocimiento de la escena artística, a sus rutinas y modos de operar. En todas ellas la naturaleza geométrica-abstracta de las composiciones tiene un índice de equívoco, hay una sensualidad incorporada en los materiales –sus texturas, brillos y cualidades-, en los bordes y encuentros entre las telas, las formas o las estructuras, en la superposición cromática o en la incorporación de fragmentos que desplazan los sistemas y los esquemas ortogonales, en el juego de unas obras que parecieran doblarse sobre sí, mostrando su frente y su revés, ocultándose y apareciendo simultáneamente.

Las diversas series y cuerpos de trabajo que presenta Michelena en esta exposición son el producto del “cultivo” de sus propias experiencias en todas las contradicciones y simulaciones que él mismo se permite, y son también el efecto de un proceso de “re-colección” en el que distintas señales que aluden a sus rutinas diarias, por ejemplo, las telas que desecha una mueblería del edificio donde trabaja, o las bandejas en las que se mercadea el Nespresso, o catálogos de venta, se convierten en espacios de conjunción en los que puede entablar una polémica entre la modernidad y sus principios racionales y la contemporaneidad y sus disposiciones políticas y contextuales. Todas ellas se tensan, entonces, entre la belleza y pureza de la composición abstracta y la densidad sensual e imperfecta de aquello que por ser experiencia siempre desborda cualquier posibilidad de registro y comprensión.

SANDRA PINARDI

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